martes, 18 de enero de 2011

Era simple y por eso lo amaba...


Entre la luz de esos arboles, ella encontraba calor; entre las hojas verdes, ella encontraba paz, era tan sencillo sentarse bajo su sombra y sentir la brisa del viento rozar su cara, aveces secar sus lagrimas, otras acompañar sus carcajadas, leer sus libros, escuchar los sonidos que amaba y escuchar las plabras para las que nadie mas tenia oidos.

Era simple y por eso lo amaba, con su silencio la queria mas que muchos y con su sombra la protegia de aquello que mas temia, la felicidad.


Luthien

domingo, 9 de enero de 2011

La edad de la Ignorancia

_Un error irreparable en la edad de la Ignorancia.

_Sí.

_A esa edad es cuando la gente se casa, tiene el primer hijo, elige su profesión. Un día sabrá y comprenderá muchas cosas, pero ya será demasiado tarde, porque su vida habrá tomado forma en una época en no sabía absolutamente nada


La ignorancia, Milan Kundera (pag.167-168)

Un suave comienzo II


Pero hoy estaba ausente, hoy no veía nada, tan solo caminaba y caminaba, sin detenerse, sin parar un segundo, como si pudiera con tan solo sus pies recorrer el mundo entero; sentía ganas de correr, de olvidar y ser olvidada, de poder detener el tiempo para no tener que regresar, y para andar eternamente, sin que la noche, el frió y la hora la obligaran a volver; pero todavía era temprano y quedaba mucho tiempo de luz, y siguió caminando. “Como es posible- pensaba- que todo sea tan distinto esta vez, que nada me importe, que nada me provoque, que todo este lejos” y no entendía, no había probado lo que era no sentir, y le parecía como estar muerta en vida, pero no podía ni se atrevía a decir que aquel sentimiento no le gustara sino mas bien le parecía distinto, pensaba “es como todo lo nuevo, al principio nos desconcierta, nos asusta, pero luego que ha pasado el tiempo nos es conocido, nos llega gustar o lo odiamos”.

Siguió caminando hasta llegar al lugar que más quería y deseaba para estar sola. Camino hasta encontrar un lugar alejado de los demás y se sentó mientras mirando a la nada se dejaba invadir por la soledad, por esa suave brisa que te transporta hasta los confines de tu ser, hasta el lugar más recóndito y extraño dentro de tu interior, haciéndote ver que eres más que cuerpo, más que sentimientos, algo superior, “no lo sé con exactitud, pero pienso que estamos y somos una fuerza inigualable” y recogió su pierna para distraerse luego con la caída de su cabello. Era rojo y ella lo amaba, brillaba a la luz del sol como si quisiera quemarla, hacerla arder eternamente sin extinguir jamás su furia, y carcomerle los huesos luego. ¿Pero qué pensaba? ¿Qué eran esas ideas de arder perpetuamente? ¿Acaso era lo que quería? “A veces si -se dijo- tal vez es lo mejor, después de todo…” y se cayó, mejor seguir mirando como su cabello juega con la luz del sol que pensar en esas cosas, mejor desvariar con el fuego en su cabeza y las llamas que se encienden en su pelo, mejor ver como su piel, blanca y fría se fusiona con el calor omnipotente del sol, resplandeciendo sobre su cabeza, haciéndolo arder y haciéndola delirar, que mirar donde no quería ver, que escuchar lo que no se quiere oír.


Luthien

miércoles, 5 de enero de 2011

El olor de Dios...

Ella regaba el jardín, le gustaba estar ahí, era como si pudiera por un segundo estar sola, sin nadie que interviniera para hablarle de algún tema, chisme, o simplemente para reprenderla por algo que no había hecho bien. En ese jardín ella era una con el silencio, con la naturaleza y podía enredar sus pensamientos con las flores, sin que nadie se entrometiera. Pues en su casa siempre había mucha gente, no existía el día en que ella llegara y se encontrara sin nadie ahí, eso solía molestarla y por eso recurría a aquel jardín que crecía junto a su hogar pero a la vez lejos de él.

Cuando estaba ahí se sentía más plena, mas ella, más natural ya que podía soñar sin que las palabras la trajeran al presente, o como solían decir "a la realidad", y eso le gustaba, pero a la vez pensaba que "las personas nunca estamos conformes, siempre queremos lo que no tenemos y cuando logramos dar con aquello que siempre hemos deseado, ya no nos parece tan necesario, porque somos por naturaleza disconformes, nunca podemos sentirnos plenos, la infelicidad y la amargura siempre están presentes"; y seguía regando, el sonido del agua cayendo sobre las posas de los arboles era la música que mas adoraba escuchar, así como mojar sus manos en esa agua que junto a la tierra le daban vida a todo lo que le rodeaba. Luego mojaba el suelo, y el olor que se desprendía cuando las gotas tocaban le maravillaba, recordó que una vez había escuchado que ese era el olor de Dios, "¿Podría ser cierto?" se preguntaba, y quería quedarse con la duda.

El agua seguía cayendo y sus pensamientos seguían viajando entre el verdor de aquel paisaje que amaba más que a nada en el mundo, como no podía querer cada planta, flor y árbol que crecía si en ellos rebosaba vida, frescura y esplendor, "a veces me falta un poco de eso" pensaba, "y a mucha gente que conozco también. ¿Cómo puede ser que la sabiduría que estos seres desprenden no pueda tocarnos un poco? El hombre que cree ser más sabio que cualquier otro ser vivo, pero siempre suele demostrar todo lo contrario" y el agua seguía fluyendo, esta vez sobre las flores, mojando sus colores que tanto le alegraban y que solía llevar en su cabello cada vez que él cortaba una para ella, como la que ahora recibía de sus manos sorpresivamente, roja con suaves pintitas negras, "es para ti" le dijo, "haber si dejas de hacer barrial, ya que tus pensamientos no ayudan mucho a regar el jardín" y rio, él era el único que podía susurrar palabras en aquel lugar, porque también era suyo, "este es nuestro hogar" pensó, lo abrazo y con un beso se dijo que por hoy era suficiente.


Luthien

martes, 4 de enero de 2011

Un ruido entre otros ruidos...

"Schönberg era consciente de la existencia de esa bacteria. Ya en 1930 escribía: "la radio es un enemigo, un despiadado enemigo que avanza irresistiblemente y contra la que toda resistencia es vana"; la radio, "sin sentido alguno de la medida, nos atiborra de música (...), sin preguntarse si queremos escucharla, si tenemos la posibilidad de percibirla", de tal manera que la música pasa a ser un simple ruido, un ruido entre otros ruidos."

La ignorancia, Milan Kundera (pág. 149-150)

lunes, 3 de enero de 2011

Tal vez algun dia deje a los pajaros volar...

Vanamente intenta que entiendan, que puedan por un momento empatizar con lo que significa su vida, pero están lejos, tal vez nunca la alcancen, y ella tampoco desea que lo hagan; "nunca seré lo que quieren" piensa, "y ellos solo son lo que tengo, los amo y eso no cambiara, pero estamos tan distantes", y se queda en silencio, pensando en que sus palabras son historias en los oídos de ellos; se sientan, la escuchan, tal como los niños se juntan a escuchar cuentos de la boca de la abuela, ella habla, se emociona cuando lo hace, pero aquel sentimiento es indiferente para ellos, "es tan soñadora" dicen, "tal vez algún día deje a los pájaros volar". Pero no lo hará, es feliz siendo como es, distinta a ellos y mientras más se aleja, más ganas le dan de volar junto a las aves que revolotean en su mente, haber si algún día consiguen llevársela a donde las palabras de ellos no sean más que tristes recuerdos.

Luthien...